Aunque supuestamente esta entrada es sobre el Palacio de Verano, si continuáis leyendo, veréis que es mucho más…y que os voy a dar un poco la chapa, pero no gratuitamente.
Antes de hablaros sobre el Palacio de Verano, me gustaría hablaros de mi nuevo y fugaz amigo: “Momo” (Tianzema, en chino). Momo es un chico chino que, una tarde lluviosa a la puerta del Cervantes, me abordó por la calle con un “eh! Disculpa!, la chica de rosa!”. Yo que, para variar, caminaba mientras sonaba a todo volumen una canción de Marea en mi mp3, sorprendentemente le escuché hablarme.
Cuando un chino se te acerca , normalmente es porque quiere algo de ti…
-”Te he visto en Cervantes, sé que eres española y yo…bueno …yo…busco….he vivido…no sé cómo decir….”
Yo, aunque solo lleve 2 meses aquí, ya tengo cierta experiencia en el trato con los chicos chinos (también algún que otro malentendido que algún día os contaré..jeje) le solté un…
-“Quieres ser mi partner language, ¿no? Lo siento pero tengo ya a dos personas y no tengo apenas tiempo de quedar con ellos”
Tímidamente me respondió:
-“Sí…yo quería practicar….bueno…no quería olvidarme de lo que aprendí viviendo en España, para cuando vuelva allí a encontrarme con mi novia poder…blablablabla…”.
Mi cerebro procesó la información…. ¿ha dicho NO OLVIDAR, VIVIR EN ESPAÑA, VOLVER, ….? Y lo más importante…. HA DICHO NOVIA!!!!!!!! :O
Teniendo en cuenta esto, hice una valoración positiva de la situación :
-Solo por ser tú…ok, dame tu número…
La historia sigue.. pero os haré un resumen:
Momo es un chico encantador y distinto al resto de chinos. Es culto, inteligente, tiene sentido del humor …. Y le gusta la canción de “Hotel California”…vamos, lo que viene siendo buena gente…
Pues bien.. hace días (ya no recuerdo ni cuantos…soy como Dory la de Nemo.. perdonarme… XD ) fuimos al Palacio de verano: Belén, Victor, Momo y yo. El Palacio de Verano es visita casi obligada cuando uno viene a Beijing. Se trata de un enorme jardín que data de la dinastía Qing y constituye uno de los mejores ejemplos de la “cultura paisajística” (por así decirlo) en este país. De hecho, desde el año 98 forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Para una mayor información:http://www.chinatoday.com.cn/hoy/72.htm
(No tengo mucho tiempo, es cutre poner enlaces, pero lo siento…XD).
Os dejo por aquí algunas de las fotos:
Foto con el lago artificial de fondo… hacía un viento….Momo me hizo una sesión de fotos bastante bonita (el entorno, no yo, claro jeje).
Es uno de los tropecientos leones diferentes que guardan este palacio
Momo y yo, foto tomada por chino espontáneo megahortera que, tras 3 intentos, fue lo mejor que pudo sacar XD.
El puente de los 17 arcos. Momo me ha contado que esto guarda cierta relación con el emperador….pero no lo recuerdo muy bien….se supone que hay los mismos arcos desde el medio hacia la derecha o hacia a la izquierda (contando el del medio). El número del emperador es el 9, por lo que si se cuenta de izquierda a derecha y de derecha a izquierda desde el medio, nos da 18 (contando 2 veces el del medio), es decir, 9 a un lado y 9 al otro, el emperador estaría en el centro. Curioso….
Este señor, pintaba hasta con (con perdón) el sobaco… era impresionante. En el momento de la foto ponía “Beijing Huanjing ni” (bienvenida a Beijing/Beijing te da la bienvenida…algo así).
Aquí estoy bien escoltada, por Momo y Víctor :DD
Soy consciente de que está borrosa, pero es la única que tengo con Belén.
Y esta foto con las peques. No sé si os he contado alguna vez que comencé mis estudios sobre Asia Oriental a raíz de las niñas chinas adoptadas en España. De hecho, mi tesis doctoral trata sobre este tema. No podéis imaginar la ilusión que me hace encontrarme a estas pequeñajas por Beijing :DDD.
Pero, ¿cómo han llegado a parar estas preciosidades a tierras españolas?
Mediante piezas sueltas de uno de mis trabajos del año pasado, intentaré explicar lo que, a grandes rasgos, supuso la política del hijo único en relación a este asunto:
Los últimos años de la década de los setenta, se caracterizaron por una crisis que afectaba al país en tres niveles: social, político y económico. Como consecuencia de estas condiciones desfavorables en el país, Deng Xiaoping inició su lucha contra la superpoblación para lograr las metas que se habían fijado para lograr el progreso en la China postmaoista. (Gomà, 2011) Así, en 1977 aparecían las primeras campañas de control demográfico que mostraban esa preocupación por el crecimiento poblacional con lemas como “uno es lo mejor, dos como máximo”.
Pero no será hasta 1979 con la introducción de la campaña del “hijo único” cuando se produce una mayor movilización por la causa de la superpoblación: saturando el país con carteles que rezaban temas tales como “China necesita una Planificación Familiar” o “El matrimonio y el parto tardío son dignos” (Hays, 2008); llevándose a cabo medidas mediante las cuales se autorizaba a las parejas a tener un solo vástago; distribución gratuita de anticonceptivos; promoviendo los abortos y esterilizaciones; etc.
El objeto primordial de la política del “hijo único” era la estabilización de la población china en el 2000, alcanzados los 1200 millones de habitantes4.
La política del “hijo único”, constaba de una estructura jerárquica mediante la cual el Gobierno Central establecía los objetivos y pautas, así como los nuevos métodos que se tenían que llevar a cabo. De eso se encargaría la CNPF (Comisión Nacional de Planificación Familiar) que, a su vez, delegaría en administraciones de menor tamaño y en los pequeños comités establecidos por todo el país. (Gomà, 2011) En términos generales, medidas a tomar serían tres: persuasión, coacción y la aplicación de sanciones (la presión y el castigo eran condiciones sine qua non para alcanzar el éxito). De este modo, si los padres obedecían la legislación establecida, eran recompensados con prestaciones económicas, concesión de préstamos sin intereses, salarios elevados o mejoras en sus viviendas (Hays, 2008) En las áreas rurales, las ayudas consistían en la asignación de lotes de tierras mayores y ayudas de puntos (que se traducirían en recompensas económicas), y reducción de impuestos. No obstante, si se tenía un segundo hijo, cualquier privilegio obtenido anteriormente desaparecería.
Entre los años 1982 y 1983, se intensificaron las medidas establecidas en pro del hijo único mediante las llamadas “4 operaciones”: vasectomías, DIU, ligadura de trompas y abortos (consentidos o forzados).
Llegados a este punto, cabe mencionar la oposición de las minorías étnicas del país quienes, lejos de apoyar la medida de control demográfico, la interpretaron como una nueva forma de control sobre ellas destinada a reducir su identidad como pueblo separado de la mayoría Han. (Gomà, 2011).
[…]
Con la entrada en el siglo XXI las autoridades chinas decidieron dar un paso más allá en su política de planificación familiar. El censo de julio de 2000 había tenido unos resultados aceptables (unos 1265 millones de habitantes en la RPC), lo que cumplía con los objetivos de no sobrepasar los 1300 en esa fecha. Sin embargo, como sostiene Gomà (2011) ante el temor de las autoridades al descarrilamiento de la política del “hijo único”, se ratificó la Ley de Población y Planificación Familiar, que entraría en vigor el 1 de septiembre de 2002. A partir del 2002, el incumplimiento de la política del “hijo único” se convertiría en un delito.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales, la política del “hijo único” fracasó estrepitosamente en las zonas rurales del país. En estas áreas, había una mayor propensión al incumplimiento de estas reglas de planificación familiar y, ni que decir tiene que el control era mucho más factible en los núcleos urbanos por diversos motivos: una mayor visibilidad, las menores redes de apoyo y la reducción de la necesidad de tener descendencia asociada a mejoras en la calidad de vida (entre otros muchos).
Por el contrario, en el campo, los matrimonios solían ser más tempranos que en las ciudades y, normalmente, la elevada tasa de mortalidad infantil (comparada a la misma en las ciudades) conducía al incremento de la descendencia. Esta situación fue percibida por el Gobierno Central como un conflicto en potencia. Por lo tanto, se optó por relajar las medidas en las áreas rurales durante el periodo de 1982-1983; de tal modo que se permitía un segundo hijo si el primero era una niña a condición de que se espaciaran los nacimientos entre ambas criaturas. Sin embargo, a partir de 1984, esta “norma de relajación” se abolió y se volvió al estricto “hijo único” y a los controles rutinarios.
Para llevara a cabo esos controles se recurrió a los jefes de las aldeas, quienes recibirían cuotas económicas dependiendo del número de criaturas nacidas. El problema era que, con la pretensión de cumplir sus cuotas, obligaban a las mujeres a abortar, esterilizarse. Por este motivo, muchas familias decidieron tener a sus hijos en el extranjero, divorciarse y volverse a casar o incluso sobornar a médicos para que falsifiquen el certificado de nacimiento de su segundo hijo y lo inscriban como gemelo del anterior (a pesar de la existencia de años de diferencia entre los mismos).
Aunque es indudable que la política del “hijo único” no ha tenido el mismo calado en las áreas rurales que en las urbanas, Gomà (2011) considera que el tradicional apego de la clase campesina al Partido Comunista desde que Mao asociara el triunfo del movimiento comunista chino al respaldo de la clase rural, ha servido junto con la coacción y las recompensas de tierras para que la tasa de fecundidad se haya reducido notoriamente en el campo.
Una de las consecuencias más perniciosas que ha traído consigo la política del “hijo único” es el creciente desequilibrio demográfico por sexo5. Y es que la preferencia por el varón es tradicional en China, ya que el hombre es el que heredará el linaje y quien se ocupará de sus progenitores durante su vejez. Las mujeres, en cambio, una vez casadas pasan a formar parte de la familia de sus maridos6.
En el campo, el varón goza de mayor relevancia en comparación con las zonas urbanas ya que, en las áreas rurales, las niñas son consideradas mano de obra desperdiciada, y responsables de la pérdida del linaje (puesto que únicamente el varón heredará el apellido familiar).
Por otra parte, destaca la relevancia económica del varón en tanto en cuanto éste colabora en las tareas del campo. Una vez que el patriarca de la familia se jubile o fallezca, su descendiente masculino heredará las tierras.
Tal interés enfocado al nacimiento de un varón, provoca que la mayor parte de los campesinos (cerca de un 90%) decidan tener un segundo bebé si el primero era una mujer. El límite de dos hijos en las áreas rurales y la cultura de la superioridad del varón, ha derivado no sólo en el abandono de las pequeñas, sino incluso en el infanticidio femenino (a pesar de la ilegalidad de los mismos) (Gomà, 2011).
Se estima que en los años 90, alrededor de 160.000 infantes fueron abandonados. Más del 90% de los menores que se encuentran en orfanatos son niñas (los pocos varones que hay o son discapacitados o están gravemente enfermos) (Floch, 1996).
Sin embargo, el verdadero factor que marca un antes y un después en el desequilibrio de sexos en la República Popular China ha sido el aborto selectivo.
Aunque este tipo de prácticas están prohibidas, se recurre al soborno a los médicos y al examen por ultrasonidos a la hora de determinar sexo del bebe y, si este es femenino, abortar (la inmensa mayoría de los bebes abortados son niñas).
Por suerte, en caso de abandono de las menores, existe la posibilidad de ingreso en un orfanato y es precisamente en este punto de la historia donde aparece la ADOPCIÓN INTERNACIONAL.
En términos generales, las asociaciones y las familias adoptantes vinculan los años 1995 y 1996 a los “comienzos” de la adopción internacional en España. De hecho, estos grupos relacionan más concretamente el inicio de la misma con la emisión a finales de 1995 de un reportaje titulado “The Dyning rooms”. Se trataba de un programa realizado por un equipo de reporteros del Channel Four del Reino Unido (en el caso español apareció en el programa de RTVE “Documentos Tv”) en el que se mostraba las espeluznantes condiciones de vida de los pequeños en los orfanatos estatales de la República Popular China7.
Muchos son los relatos, entrevistas y comentarios de padres adoptantes se inician con “Todo empezó allá por el año 1995 cuando en la televisión se emitió un reportaje sobre los orfanatos chinos. Aquello despertó en nosotros la ilusión de ayudar adoptando una niña”.
Y es que, mientras las imágenes eran retransmitidas, llamadas de familias, parejas y personas solas interesadas en adoptar a una de esas niñas producían un colapso de las líneas telefónicas de la cadena de televisión que lo emitía ( Marre, 2004).
En los días siguientes, muchos gobiernos autonómicos tuvieron que habilitar oficinas de información acerca de las solicitudes de adopción en China. No obstante, ante una respuesta negativa por parte de la administración, gran parte de los demandantes se aglutinaron creando una asociación de apoyo a padres y futuros adoptantes en la República Popular de China.
De igual modo, y según aumentaban las solicitudes de adopción en este país, se fueron creando otras muchas asociaciones con la pretensión de asesorar, ayudar y facilitar este tipo de adopciones.
En lo que al reportaje mencionado respecta, éste no solo sirvió como punto de partida de las adopciones internacionales a gran escala en nuestro país, sino que también supuso una mejora de los orfanatos chinos gracias a la presión internacional que ejercieron estas imágenes en el gobierno de la República Popular.
“China es hoy otro país y sus orfanatos han dejado de ser el desahucio de la severa política de natalidad del Gobierno. Las habitaciones de la muerte, en muchos casos, se han convertido en habitaciones de la vida. El régimen de Beijing negó entonces que sus huérfanos estuvieran desatendidos, pero de puertas adentro admitió la realidad e inició un gigantesco programa de mejora que ha dado una oportunidad de salir adelante a toda una generación de menores abandonados. El plan, llevado a cabo sin publicidad, ha consistido en una mejora de los orfanatos existentes y la creación de nuevos, el fomento de la adopción –nacional e internacional- y la creación de políticas para reducir los abandonos (incluidas ayudas económicas a padres de hijos con problemas físicos o mentales)”
David Jimenez (2010), corresponsal de El Mundo en Asia
Numerosos son los testimonios de los padres adoptantes que corroboran estos progresos en los orfanatos chinos (Véase Anexo 6). Sin embargo, no debemos olvidar que el problema de las niñas en los orfanatos chinos sigue hoy en día vigente y que, aunque estén mejor atendidas y cuidadas, aun esperan ser adoptadas.
En definitiva: La República Popular China, actualmente el país más poblado del mundo, se enfrenta a un reto demográfico sin precedentes. La política del “hijo único” instaurada a finales de los años 70 no sólo ha contribuido a la una reducción poblacional, sino que también ha traído consigo un conjunto de efectos latentes. Entre los efectos o consecuencias no deseadas se encuentra la lamentable situación de las niñas chinas frente a los “pequeños emperadores” varones. Y es que, en este país, la maldición de ser niña es un hecho palpable. Se trata de una sociedad con una estructura patriarcal ancestral, manifiesta a nivel material y simbólico, y que genera prácticas de reproducción social y cultural, tales como el abandono de las menores, la ilegalidad de las mismas o, en el peor de los casos, el infanticidio femenino (Venegas Medina, 2010).
Las pequeñuelas de la foto tienen mucha suerte, como suele decir mi madre:
“Hay niños que nacen de la barriguita de las mamás, y otros lo hacen del corazón; Vosotras tenéis mucha suerte, sois de las pocas que lo hicisteis del corazón”.
Siempre recordaré estás palabras. Me parece una reflexión preciosa.
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